Félix y Orla se miraron incrédulos, como si el mundo entero hubiera dejado de girar por un instante.
—¿Qué? —exclamaron al unísono, con las voces quebradas.
La doctora sonrió con suavidad, consciente de lo que significaban esas palabras para ellos.
—Sí… creo que tienes muy poquito, quizás unas tres o cuatro semanas. Aún es temprano para verlo con claridad, pero todo indica que estás embarazada. Te recomiendo esperar para hacerte tu ultrasonido, así tu ginecólogo podrá revisar mejor. Por ahora, te recetaré unas vitaminas y medicinas suaves, solo para que estés estable.
Orla rompió en un llanto descontrolado.
Las lágrimas le ardían en los ojos y caían sin freno, como si quisieran limpiar de una vez todas las heridas del pasado. Félix la abrazó de inmediato, apretándola contra su pecho, temblando con ella.
—¡Qué locura! —sollozaba Orla—. Hace apenas unas horas lloraba de tristeza y ahora… siento tanta esperanza.
Félix hundió su rostro en el cabello de ella, aspirando su fragancia, como si