Sienna temblaba de miedo.
El aire parecía haberse congelado en sus pulmones, cada segundo era una eternidad que desgarraba su pecho.
El eco de los pasos de Tessa resonaba en el acantilado vacío, mezclándose con el golpeteo del mar contra las rocas.
Y de pronto, un sonido que llenó de esperanza los corazones de todos irrumpió en la escena: sirenas.
Los autos de la policía llegaron, sus luces rojas y azules tiñendo la oscuridad de un resplandor vibrante y desgarrador.
Tessa se sobresaltó, apretó con fuerza el brazo de Alexis y llevó la pistola contra su sien. Su rostro se deformó en una mezcla de odio y desesperación.
—¡Si alguien se mueve, lo mataré! —su voz sonó como un alarido quebrado por la locura.
—¡No! —gritó Sienna con el alma hecha pedazos.
Nelly, acurrucada contra el pecho de su tía buena, escondía sus ojitos cerrados, incapaz de mirar, pero sus sollozos temblorosos revelaban el miedo que la desgarraba.
Sus pequeñas manos se aferraban a la blusa de Sienna como si su vida depend