Esa noche, Orla estaba emocionada.
Desde temprano se había preparado para la cena romántica que había planeado con tanto cuidado.
Su apartamento estaba perfumado con velas aromáticas, y sobre la mesa del comedor había un pequeño ramo de flores frescas, seleccionadas especialmente para la ocasión.
Se miró al espejo por última vez antes de salir: su vestido rosado caía con suavidad sobre sus curvas, resaltando su figura con elegancia. El maquillaje estaba impecable, sus ojos brillaban con ese toque de emoción y anticipación que no podía disimular.
La pequeña Nelly estaba con Oriana, quien había aceptado cuidarla durante la noche.
Orla se miró al espejo, mientras imaginaba la reacción de Félix, nadie sabía de su embarazo, quería que él fuese el primero en saberlo. Pero tuvo miedo,
¿Y si no quería ser padre? Recordó sus palabras, él quería serlo, y solo estaba nerviosa.
Mientras conducía, no pudo evitar sonreír, pensando en Félix y en la noche que les esperaba.
Todo estaba perfecto, plane