Días después, la tensión era palpable en el aire.
Llegó el día del juicio por la custodia, un evento que marcaría el futuro de Ziara y que mantenía a todos en un estado de ansiedad.
Demetrio se ajustaba el traje frente al espejo, sus manos temblorosas traicionaban la calma que intentaba mostrar. Miró hacia la habitación donde su pequeña hija jugaba, ajena al tormento que se avecinaba.
Un nudo se formó en su garganta; la idea de perderla era una pesadilla que no podía soportar.
Con un profundo suspiro, dejó la habitación y se dirigió junto a Melody hacia el tribunal.
Ambos estaban serios y cansados, el peso del mundo sobre sus hombros.
La familia de Demetrio estaba allí, apoyándolo en cada paso.
Sienna, su madre, Alexis, su hermana, y los abuelos, todos se habían reunido para respaldarlo.
Para ellos, Demetrio representaba el amor y la protección que Ziara necesitaba, y estaban dispuestos a luchar con él para garantizar su bienestar.
Al entrar al tribunal, la atmósfera se tornó densa. De