Un mes después.
Nelly y Ethan trabajaban juntos en la empresa, una de las más exitosas de la ciudad.
Su esfuerzo y dedicación habían dado frutos, y cada día se sentían más orgullosos de lo que habían logrado.
Sin embargo, ese día algo en Nelly se sentía diferente. Después de una larga reunión, decidió que necesitaba un momento a solas.
Se encerró en el baño, sintiendo que una ola de náuseas la invadía.
El asco se apoderó de ella, y no pudo evitar vomitar.
Mientras se recuperaba, un presentimiento se apoderó de su mente.
“La última vez que me sentí así fue… cuando estaba embarazada”.
La idea la golpeó con fuerza, como un rayo que ilumina un cielo.
Recordó la mezcla de emociones que había experimentado en su primer embarazo: la alegría, el miedo, la esperanza, y también el dolor de la pérdida.
A pesar de la incertidumbre, una ilusión comenzó a formarse en su mente.
Pero no quería adelantarse; sabía que debía ser cautelosa.
Decidió que, al salir, iría a comprar una prueba de embarazo.