28.
AURORA
Kanye se alejó tomando la bandeja de la mesa y regresó con ella, poniéndola frente a mí. El olor de la comida hizo gruñir mi estómago, y tuve que bajar la mirada para que no viera lo roja de vergüenza que estaba.
—Gracias— iba a tomar el cubierto, pero él no me dejó; en cambio, tomó una pequeña porción de cada cosa y la llevó a mis labios.
Quise quitarle el cubierto, protestar que me sentía lo suficientemente bien para comer sola, y una vez más obtuve nada.
Abrí la boca y tomé el primer bocado; me sentía más que avergonzada, pero él no parecía tener problemas con darme de comer.
No sentí el sabor de la comida; fue demasiado incómodo considerando quién era él y quién era yo.
—¿Quieres caminar un rato? Eso te haría bien y así conoces el castillo— me ofreció su mano. Dudé un poco antes de tomarla y ponerme de pie.
Cada paso fue lento y cuidadoso, sintiendo aún el dolor en mis costillas y en otras partes que no sabía definir.
Kayne nunca soltó mi mano; me sostuvo, dándome a