27.
AURORA
Comienzo a cobrar sentido, a despertar de una pesadilla demasiado real, pero cuando el dolor también regresa, me doy cuenta de que no lo es.
Mis dedos se aferran a la sábana de piel bajo mi cuerpo, buscando un agarre, un ancla hacia una nueva realidad que no estoy segura de enfrentar.
La cama se hunde bajo el peso de alguien; mi corazón se acelera sin poder ver o saber quién es.
Los párpados me pesan, siento la cara inflamada y un dolor desgarrador azotando todo mi cuerpo magullado.
Una mano grande toma con delicadeza mi nuca, incorporándome un poco antes de colocar algo frío sobre mis labios.
—Shhh, tranquila, bebe, Aurora.
Su voz profunda habla con suavidad mientras inclina ligeramente el recipiente, permitiendo que el líquido tibio baje por mi garganta.
No necesito saber quién es; su calor, su dominio, su intensidad, una que hace erizar mi piel, me dice que es el Rey.
Abro los ojos en una rendija, mirándolo a través de la visión borrosa. Está bastante concentrado en