11.
KAYNE
Aguardé en medio de la oscuridad, esperando a que las horas pasaran, que la luna llena desapareciera del cielo con los primeros rayos del amanecer, y no tuve que esperar tanto.
Cuando volví a tomar el control, me encontraba frente a la puerta, de rodillas, como si mi Lycan se hubiese quedado toda la noche allí, y no fue hasta que toqué el frío metal que lo supe.
Ella estaba del otro lado, apoyada sobre la puerta; podía sentir su calor, su esencia misma llamándome como una fina cuerda invisible.
Miré las garras en el metal, en las paredes; sabía que esto ocurriría, pero lo peor de todo es que ella estaba del otro lado, tan atrapada como yo.
«Jamás le haría daño, Kayne.»
«Lo sé, pero ella no lo sabe, no puede comprender lo que somos, lo que la Luna nos hace. Ella nos teme, no importa lo demás; ella siempre tendrá miedo.»
Alioth gruñó frustrado y yo… solo pude apretar los puños, maldiciendo mentalmente por esto.
Me levanté al escuchar los engranajes girar, los seguros siendo quitad