102.
AURORA
El dolor traspasa casa fibra de mi cuerpo, el suelo frio y húmedo en el que ahora me encuentro se adhiere a mi piel como si no quisiera dejarme ir.
Gimo tratando de moverme, sin entender del todo como fue que llegue aquí.
Abro los ojos con las párpados temblando, la garganta seca, los pulmones ardiendo.
Estoy en una celda oscura, rodeada de antorchas; me arrastro como puedo a los barrotes para ver una salida, suplicar ayuda, pero una vez que abro la boca, las palabras no salen.
Bajo la cabeza apretando los ojos de dolor, uno que no había sentido nunca, nisiquiera cuando fui apuñalada en el estómago.
Esto es diferente, un dolor tan intenso y punzante, que siento que cada hueso de mi cuerpo va a romperse en pedazos.
Me dejo caer al suelo sin importar que hay en él, temblando de dolor, esperando a que pase, a qué sea lo que me esté sucediendo, termine rápido.
«Kayne» susurré su nombre, esperando a que me respondiera, pero todo lo que había era un profundo silencio