Punto de vista de Adrián
—¿Qué dijiste?! —Adrián bajó del altar como un loco, con las palabras de Tomás“Gael está realmente muerto” retumbando en su mente.
Sofía, sofocada por el peso de su vestido de Luna, gritaba detrás de él:
—¡Adrián! ¡La ceremonia no ha terminado! ¡Espera por mí!
Pero él no la escuchaba.
Tomás conducía como un desquiciado por las calles nocturnas.
—¡Más rápido! —Rugió Adrián, con los ojos rojos por el terror y la incredulidad.
Al irrumpir en el hospital, no los recibió la luz roja de una sala de operaciones, sino un silencio ensordecedor.
Adrián agarró a una enfermera de turno, la voz áspera.
—Un niño llamado Gael. Fue ingresado anoche. ¿Dónde está?
La enfermera, sobresaltada, revisó sus registros y lo miró con lástima.
—Ese niño... fue declarado muerto. Anoche.
El mundo giró.
Adrián se apoyó contra la pared, temblando.
—¿Y el cuerpo...? ¿Está en la morgue?
—Su madre completó el papeleo esta mañana y se lo llevó. —Respondió la enfermera en voz baja.
¿Se lo llevó?