Natalie dijo con impotencia, —Bueno.
Después de firmar el contrato, Michela le pidió a Natalie que le diera el documento y ella le pediría a su asistente que se encargara.
—Natalie, es casi mediodía, vamos a comer, y por la tarde me acompañas de compras, hace mucho que no compro ropa.
Natalie no tenía mucho que hacer por la tarde y asintió: —Vale, ¿qué quieres comer?
—He oído que han abierto un nuevo restaurante en este barrio, vamos a probarlo.
Michela le envió la dirección y Natalie condujo hasta allí.
Cuando acababa de aparcar el coche, Michela dijo sorprendida: —Natalie, mira. ¿Es Leonardo?
Natalie levantó la vista y vio que Leonardo entraba en el restaurante con Carlos.
—Sí, es él.
—¡Qué casualidad! ¡Tal vez sea el destino!
Natalie giró la cabeza, la miró y sonrió: —Mamá, actúas fatal.
Michela: —...
¿Era tan obvio?
—¿Qué has dicho? No lo entiendo. Bajemos del coche. Llevo toda la mañana contigo y ya tengo hambre.
Natalie rio y no la expuso.
Entraron en el restaurante y se sentaron