Capítulo 265: Descansa en paz, amigo.
Afuera de la bodega, la noche seguía tan oscura como la situación que por fin habían cerrado. El aire helado golpeaba las caras de Marcos, Fernando y Camilo, como si quisiera devolverlos de golpe a la realidad después de lo que acababan de hacer. La patrulla que se llevó a Antonio ya había desaparecido en la carretera, dejando solo el silencio… un silencio espeso, extraño, lleno de emociones que ninguno sabía procesar.
Marcos respiró profundamente, casi como si se quitara un saco lleno de piedras del pecho. Se giró hacia Fernando, y sin decir nada, lo abrazó con fuerza. Fernando le devolvió el abrazo igual de fuerte, apretando los ojos.
—Ahora sí… —susurró Marcos, con la voz quebrada—. Ahora sí Adrián puede descansar en paz, hermano.
—Lo logramos… —respondió Fernando—. Por fin cumplimos con él… y con nosotros.
Cuando se separaron, ambos tenían lágrimas acumuladas, sin soltarse del todo porque temían derrumbarse. El dolor, la rabia, la impotencia… todo parecía empezar a quemarse en el