Capítulo 120: El enemigo está en su puerta.
El motor rugía mientras Marcos conducía a toda velocidad por la carretera solitaria. El aire de la noche entraba por la ventanilla entreabierta, pero no lograba enfriar la rabia que lo quemaba por dentro. Sus nudillos blancos apretaban el volante hasta casi romperlo.
De pronto, incapaz de contenerse, golpeó con fuerza el timón.
—¡Maldición! —rugió con los dientes apretados—. Así que tan rápido vas a buscar a otro hombre, Isabella… ¿qué clase de mujer eres?
El eco de sus propias palabras lo ensordeció. Una mezcla de celos y dolor le apretaba el pecho. Cerró los ojos apenas un segundo, recordando la imagen que acababa de presenciar: Isabella riendo con Fernando, sonriendo como si no existiera nada más en el mundo. Esa sonrisa que él tanto anhelaba, esa sonrisa que lo había atrapado desde la primera vez… ahora estaba en manos de otro.
—¿Cómo pudiste? —murmuró entre dientes, casi con un tono quebrado—. ¿Después de todo lo que siento por ti? ¿Después de todo lo que iba a confesarte?
Apretó