“Te tengo una sorpresa, baja”.
Un mensaje de parte de Zander Perseus pudo hacer que un día largo de trabajo para Selene fuese no más que algo pasajero y sin importancia, pues aquel hombre lograba despertar en ella tantas cosas.
Fue por ello por lo que, con una sonrisa, se levantó del asiento de su escritorio y caminó con delicadeza hacia la salida, no sin antes tomar su chaqueta, pues el invierno estaba cerca y no quería resfriarse.
Más al saber que aquel hombre tan intenso no se quedaría quieto y la tendría encima de ella todo el tiempo cuidándola; pues algo le decía que, de ser así, él cuidaría de ella con cuidado.
Y eso le hacía calentar el corazón y hasta desear muy dentro de ella, estar enferma, para saber si aquel pensamiento sería cierto.
―Señorita Sartori, ¿ya se va? ―su secretario Dylan habló con un tono preocupado, mientras Selene, quien lo observó con una mirada fría, asintió.
Ella aún estaba enojada con él; el hecho de que hubiese escapado de aquella forma solo hizo que Se