—No es la gran cosa… —vacilé de inmediato, tragando saliva al ver cómo el rostro de Carla mantenía esa emoción brillante, expectante—. No nos conocemos.
—Pero tienen mucha química —añadió Jack con una sonrisa cómplice hacia su novia, quien entonces me guiñó un ojo.
—Mi hermano es un buen chico —dijo Carla, con orgullo que se le escapaba hasta por los poros. En ese momento, como enviada por el destino, vi a mi salvación acercarse con paso decidido.
En menos de diez segundos, Isidora ya se plantaba junto a nuestra mesa habitual, observándonos con una mezcla de curiosidad y juicio.
—Hola a todo el mundo —saludó con tono neutro, pero su mirada hablaba en otro idioma, uno que Carla estaba lejos de entender.
Se sentó justo a mi lado y besó mi mejilla. Su perfume invadió mi espacio personal.
—Isidora, te presento a Carla, mi novia —musitó Jack con emoción.
Carla sonrió de manera genuina, extendiendo la mano.
—Hola, mucho gusto —dijo con dulzura, pero Isidora la escaneó de pies a cabeza con u