Luciana agachaba un poco la cabeza de vergüenza, y Estela no perdió la oportunidad de molestarla:
—Luciana, ya estuviste casada una vez, ¿cómo es que te pones tan tímida saliendo con alguien?
Apenas dijo eso, todos se quedaron mirando a Luciana.
Su cara se puso roja como un tomate.
—Tía...
Miró a Estela sin creer lo que estaba escuchando.
Sebastián le puso la mano en el hombro y le dijo en voz baja:
—Siéntate.
Luciana se sentó, incómoda.
—Luciana es de piel bien clarita, se sonroja fácil —añadió Sebastián con una sonrisa tranquila.
Catalina le lanzó una mirada fulminante a su hermana.
—Deja de hablar del pasado.
Estela quedó intrigada. Al final, no había dicho ninguna mentira. Luciana era divorciada, ¿y qué? Tampoco era algo para ocultar. Además, ese hombre claramente lo sabía y no le importaba. ¿Por qué tanto escándalo?
—Tú mejor come y deja de hablar —le dijo Catalina, sirviéndole comida a la fuerza.
Estela, mirando la mesa llena de comida, dijo con sarcasmo:
—Vaya, hermana, cuñado,