—Ven aquí —dijo Manolo, mirando a Joaquín con cierta incomodidad.

Aunque no lo conocía ni sabía nada de su vida, simplemente no le caía bien.

Daniela se acercó rápido.

—Acabo de recibir una noticia —le dijo a Luciana—. Alejandro tuvo un accidente. No saben si está vivo o no.

Luciana sintió un apretón en el pecho.

Habían vivido juntos cuatro años. Hasta por un animal uno siente algo después de tanto tiempo.

Quizá ya no lo amaba, pero tampoco era de piedra.

Así somos los humanos.

Joaquín, que ya no pensaba en coquetear, dijo:

—Cuñada, ven a ver cómo está.

Luciana no se movió.

—Ya no tengo nada que ver con él. Esté bien o no, eso no me afecta.

—¿Después de cuatro años no te queda nada de cariño? —preguntó Joaquín, sin entender. ¿Después del divorcio ya no queda ni el sentimiento más básico?

¿Si no hay amor ¿qué pasa con el afecto familiar?

Luciana solo apretó los labios.

Firme, Daniela la miró.

—Hagas lo que hagas, yo te apoyo.

—Vamos —dijo Luciana, tomando a Manolo del brazo.

Pero él se