Después de un buen rato, Luciana abrió los ojos. Se limpió las lágrimas que quedaban en sus mejillas.
Se sentó en la cama, con la mirada perdida.
No debía seguir sufriendo por ese hombre. No valía la pena.
Pero tirar a la basura siete años de su pasado era como arrancarse una parte del alma. Dolía.
Podía mostrar ser fuerte por fuera, pero por dentro… solo ella sabía lo que pasaba.
Ese tipo de dolor solo sana con el tiempo, como una herida que se va cerrando poco a poco.
Se apoyó en la cama para ponerse de pie. Caminó hacia la ventana. Quería tomar aire, calmarse, despejar la cabeza.
Pero lo que vio la dejó sin palabras: María venía por el sendero de piedra, tomada del brazo de Alejandro.
Victoria la había mandado a propósito.
Quería que Luciana los viera así, juntos. Quería cortar cualquier posibilidad de que su hijo se acercara otra vez a su exesposa.
Para Victoria, ese encuentro en Monte Sereno fue una trampa tendida por Luciana. Creía que todo era parte de un plan para volver con Al