Nora
Las cortinas, rojas, filtran la luz en un aura cálida, casi irreal.
Sus pliegues dibujan sombras danzantes en las paredes, como el latido secreto de un corazón a cámara lenta.
Estoy aquí, inmóvil, en el centro de esta habitación donde todo parece suspendido.
Fuera del tiempo.
Fuera del mundo.
Mi corazón late en mi pecho, pesado, irregular.
Cada latido resuena en mis sienes.
Cada aliento me recuerda que estoy viva.
Expuesta.
Frágil.
Entera.
Mis manos están sudorosas.
Mis dedos buscan un agarre, un apoyo.
Pero no hay nada a lo que aferrarme.
Solo él.
Él, y este espacio cargado de promesas silenciosas.
Es mi primera vez.
No solo con él.
Mi primera vez.
Entera.
Sin artificios.
Sin máscara.
Sin huida.
Él avanza hacia mí, lentamente.
Con esa confianza tranquila que me desasosiega.
Sus ojos se sumergen en los míos.
Calmos.
Profundos.
Como si ya supiera lo que yo aún me niego a formular.
Se detiene a un paso de mí.
Luego extie