Hugo
Me fui antes del amanecer.
No por cobardía.
Al fin y al cabo… no únicamente.
Era más confuso que eso.
Más sucio también.
Como si algo en mí hubiera disparado la alarma en plena noche.
Un fuego invisible. Un vértigo que se infiltra en los huesos.
Me quedé un momento mirándola dormir.
Mucho tiempo.
Casi inmóvil.
Conteniéndome de respirar demasiado fuerte, de pensar demasiado lejos.
Ella dormía un sueño profundo, desnudo, pacífico.
Su cabello caía en una oscura cascada sobre la almohada.
Su boca entreabierta dibujaba un aliento sereno.
Sus brazos abiertos.
Como si aún me estuviera esperando.
Incluso en el sueño.
Y yo…
Ya estaba a medio camino de irme.
Podría haberme quedado.
Debería haberlo hecho.
Pero algo gritaba en mí, fuerte.
Un viejo reflejo.
Un instinto de supervivencia mal ajustado.
Como si la felicidad siempre fuera el anuncio de una trampa.
Quedarme era traicionar el pacto.
El que sellé hace mucho tiempo, sin testigos, sin ceremonia:
no apegarme, no prometer, no pertenecer.