Xavier estaba demasiado cerca. Su aliento ardiente le rozaba el oído, como una provocación silenciosa.

En otros tiempos, el cuerpo de Liana ya se habría rendido a medias.

Pero esta vez no reaccionó; incluso sintió una leve náusea.

Alzó la mano para apartarlo.

Justo cuando su palma tocó el pecho de él, el hombre giró el rostro y la besó.

Un beso repentino, sin aviso.

Liana no alcanzó a esquivarlo y lo recibió de lleno.

Antes, a Liana le encantaba besar a Xavier, incluso estaba obsesionada con hacerlo.

Xavier era un hombre extremadamente disciplinado: no fumaba, no bebía.

Besándolo, era como caer en una niebla matinal con aroma a menta, algo a lo que era imposible resistirse.

Pero esta vez, antes de que Xavier profundizara el beso, ella giró la cabeza.

Xavier no percibió de inmediato su rechazo. Sus labios rozaron su oreja con besos suaves.

Al hablar, su aliento era abrasador.

—¿Ya terminó?

Estaban demasiado cerca. Liana sintió con claridad la reacción de él.

¿Acaso en estos días Lucía n