—Hablando de otra cosa —dijo Lucas, con tono de buena intención—, alguien tan talentosa como Liana tienes que cuidarla bien. Afuera hay muchos que quieren llevársela; Alejandro la tiene en la mira desde hace tiempo.
La actitud de Xavier fue fría y segura.
—Ella no se va a ir con nadie más.
Lucas también sintió que su preocupación era innecesaria.
Al fin y al cabo, todos habían visto con claridad cómo Liana había tratado a Xavier durante esos años.
Una mujer que, por siete años, tuvo a Xavier como centro absoluto de su mundo, casi sin vida propia, ¿cómo iba a irse así como así?
En privado, muchos se burlaban de Liana, llamándola la perra más leal de Xavier, de esas que ni echándolas se van.
Así que no era raro que Xavier estuviera tan convencido de que ella jamás lo dejaría.
—Por cierto, Enzo ya regresó a Puerto Ríos. ¿Nos reunimos en la noche? —preguntó Lucas.
Xavier hizo una pausa al firmar unos documentos antes de responder:
—¿A qué hora?
—A las ocho, en el lugar de siempre.
—Está bi