Tras el caos, un grupo de personas se lanzó a rescatar a los dos.
En el empujón de la multitud, Liana fue desplazada hacia un lado.
Su cuerpo se tambaleó sin control hasta que chocó contra la pared y apenas logró mantenerse en pie.
Ante sus ojos había un ir y venir de cabezas y sombras, pero aun así vio con claridad a Xavier protegiendo firmemente a Lucía, cubriéndola con su cuerpo.
Un dolor punzante brotó del brazo herido.
Liana miró la herida y esbozó una sonrisa irónica.
La tensión, el pánico y la preocupación que se habían entremezclado segundos antes se disiparon de golpe en su interior.
Su mente empezó a despejarse.
La costumbre es algo terrible.
En el momento más crítico, había intentado proteger a Xavier de manera instintiva.
Tal como tres años atrás, cuando lo acompañó a otra ciudad para inspeccionar un proyecto inmobiliario.
En aquella ocasión, el desarrollador había tenido un conflicto con los residentes locales y alguien le lanzó objetos a Xavier.
Liana reaccionó sin pensar