A penas llegamos de la reunión con los agentes del FBI y nuestro equipo me fui directo a ver a mi muñequita de porcelana. Dormía suspirando, sabía que no estaba calmada, aunque Alma me dejó un mensaje de voz informándome que le había dado algo de cenar y conversó con ella, dejándola un poco más tranquila.
Me saqué los zapatos y el pantalón, me recosté abrazando su cuerpo y oliendo ese dulce aroma que me volvía loco, pero increíblemente me traía paz.
Algo hablamos, pero era tanto el cansancio que sentía que caí rendido como un tronco.
No sé cuanto tiempo había pasado, cuando los gritos desesperados de Dani me despertaron, había tenido una pesadilla y me costó un poco contenerla, de hecho y casi de la nada comenzó a besarme y a tocarme con necesidad, una que yo también tenía, pero estábamos en un lugar ajeno. Mi muñequita no le importó nada y comenzó a masajear mi miembro hasta dejarme duro como una roca, su lengua luchaba con la mía por tomar las riendas y debo decir que me la ganó. La