Por favor... ¡Para!

Quedarme encerrada en mi jaula de cristal, como le había puesto a la casa de los Scott, había sido bueno y malo a la vez.

Seguía trabajando para mi jefe, en modo teletrabajo, lo que me daba más tiempo para hacer mis trámites y empezar a buscar qué iba a estudiar, pues terminé los estudios secundarios.

Además, tenía el plus de que podía cuidar a Sarita todo el día o por lo menos cuando el señor yo todo lo puedo me deja.

Estas semanas han sido realmente extrañas con él aquí, pues casi no sale de la casa y Sarita le sigue como las moscas a la miel. Ya me había dado por vencida con esos dos, pues su conexión era demasiado notoria. Sí, él es el innombrable, ya saben...

-¿En qué piensas?

-En nada señora Alma, solo que estoy un poco cansada de estar aquí todo el día encerrada, echo de menos ir a tribunales.

-¿Has pensado que vas a estudiar?

-Puede que asistente legal, me gusta lo que hago con el jefe.

-¿Y estudiar derecho?

-Esas son palabras mayores señora Alma.

-No lo creo, eres ba
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