Los días siguientes me mantuve ocupado preparando la habitación para Mateo. Alma y Enzo habían decidido quedarse definitivamente en Estados Unidos hasta que el bebé naciera y pronto las gemelas empezarían a ir al mismo colegio que sus primos y tíos.
La muñequita de porcelana me evadía olímpicamente cada vez que me veía, pero mi mini muñequita me buscaba desde temprano, no sé cómo lo hacía, pero se escabullía temprano y cuando despertaba me la encontraba tomando su biberón junto a mí y su muñeco de Barney.
-Oh, perdón. -Escuché la voz de ella y al verla se encontraba con los ojos tapados con ambas manos.
-No te preocupes, no me molesta.
-Po... podría ponerse una camisa.
-Oh, verdad- no me había fijado que estaba, naaaaa mentira, claro que sabía que estaba desnudo, era mi cama ¿no? Pero tenía razón, había una bebé ahora junto a mí - . Puedes pasarme la camisa que está en la silla, por favor.
Ella hizo todo lo posible por encontrar la silla sin descubrir sus ojos, lo que me causaba risa