Entre el bien y el mal (1era. Parte)
El mismo día
En el purgatorio
Levian
Cazar no es simplemente tirar del gatillo. Eso lo hacen los impacientes, los torpes, los que confunden la fuerza bruta con el arte de la precisión. No. Cazar es un ritual. Primero observas. El escenario, el entorno, los silencios. Cada gesto, cada mirada esquiva, cada respiración que delata el miedo de tu presa. Porque cuando un ser se sabe en peligro… corre. Se escurre. Se oculta. Y ahí es donde los verdaderos cazadores demostramos nuestra grandeza: en la paciencia. Esperas…esperas hasta que baja la guardia. Hasta que cree que ha ganado. Que se ha librado.
Y justo ahí, cuando no hay margen de error… disparas.
Yo no uso balas. Mi arma es la voz. Susurros venenosos, letales, seductores. Tiendo anzuelos invisibles, envuelvo almas con promesas que nunca pienso cumplir. Los arrastro suavemente hacia la perdición, les hago creer que lo desean, que lo necesitan. Y casi siempre… ceden. Porque los mortales son eso: almas mediocres, sin propósito, sin volun