El impacto la golpeó con fuerza, y la sensación del agua fría la envolvió de inmediato.
Por un instante, Mayte sintió que sus pulmones se llenaban de líquido y que la vida se le escapaba entre las burbujas. Su corazón latía con violencia, y un miedo profundo la paralizó.
La sorpresa la había atrapado completamente: alguien la había empujado al agua sin previo aviso y lo supo, fue Martín, su propio esposo la odiaba.
De pronto, Fely sintió un tirón en el brazo y, antes de poder reaccionar, fue lanzada también a la piscina.
Su grito se mezcló con el sonido del agua y el murmullo de las mujeres que se habían acercado, que ahora retrocedían rápidamente, temerosas de Manuel Montalbán
Martín, con los ojos desorbitados, observó la escena sin poder creer lo que veía.
A su lado, su hermano mayor estaba de pie, con esa mirada desafiante que siempre había inquietado a todos.
—¿Qué pasa, hermanito? ¿No jugábamos a enviar a las mujeres a la piscina? —dijo Manuel con esa voz cargada de sarcasmo, com