Mayte y Manuel regresaron juntos, sus manos entrelazadas como si el mundo entero no pudiera separarlos. La abuela los vio acercarse y una sonrisa iluminó su rostro, reflejando la alegría que sentía al ver a su nieta feliz. Era un momento que había esperado durante mucho tiempo, y su corazón se llenó de esperanza y amor.
—¡Qué alegría verlos juntos! —exclamó la abuela, su voz temblando de emoción—. Estoy tan emocionada porque estarán juntos. He decidido enviarles a un crucero a Islandia. Quiero que disfruten de la aurora boreal, es un espectáculo que no se pueden perder.
Manuel sonrió, estaba feliz de que la abuela lo apoyara tanto.
Mayte sonrió feliz, pero cuando pensó que en unas horas sería la esposa de Manuel se puso nerviosa.
¿Cómo sería este matrimonio? ¿Tormentoso o podría esperar la atención y el afecto de Manuel como ahora aparentaba?
La abuela la abrazó con ternura, y en ese instante, Mayte supo que todo estaba bien, que todo encajaba en su vida por primera vez.
—Estoy tan fel