Le miré desde su pecho cincelado y sus duros pezones hasta su impresionante y precioso pene, completamente fascinada. Iba cuidadosamente depilado, nada raro, solo bonito y totalmente masculino.
Se detuvo y ladeó la cabeza.
-¿Qué?
Le empujé hacia atrás para que se sentara en sus rodillas y yo me levanté.
-Quiero mirarte -arrastré las manos por todo su cuerpo, por encima de sus pezones y su abdomen, que estaba tan indecentemente esculpido que era una verdadera injusticia para el resto de la población masculinas,hasta sus tonificados muslos salpicados con vello oscuro. Él me dejó tocarlo y controlar el momento-. Eres tan hermoso, Elliot.
Hizo un ruido con la garganta y su cuerpo se estremeció. Nuestros ojos se encontraron y hubo un intercambio; una comunicación de sentimientos y comprensión de hacia dónde nos dirigíamos en esta fuerza que nos conectaba.
Bajé la mirada hasta su miembro, duro y palpitante. Una gota en la punta confirmaba lo preparado que estaba para mí. Le deseaba