-¡Mami! -dijeron ambos niños-. ¡Papá!
-¡Hola, campeones! -dijo mi tío-. Me alegra que hayan llegado. ¿Cómo estuvo el paseo?
-Este señor nos llevó por un helado antes de venir y nos prometió que luego iríamos al parque -dijo uno-. Y que David iría con nosotros.
-Por supuesto que sí -respondió él con una sonrisa-. Más tarde iremos.
-Gracias, Gregorio -le digo acercándome a él-. ¿No te han dado trabajo?
-Para nada, señora -me tomó de la mano y me sacó junto con su hermano-. Tengo noticias.
-Saldré un momento -digo a los demás. Estando afuera, él me mira serio-. ¿Qué pasa?
-Jorge les ha pedido a José que se encargue de los pequeños -al escuchar eso, mi corazón se aceleró-. Le he pedido que viniera a verla. Hemos quedado en un sitio neutro.
-¿A qué hora? -pregunta su hermano.
-En un par de horas -le responde-. Sola. Pero estaré cerca por si necesita ayuda. Que estoy seguro no será así.
-Bien. Le comentaremos a Alejandro pero le obligaremos a no seguirnos. Debemos hacer las cosas b