CAPÍTULO — LOS LATIDOS ESCONDIDOS
(Punto de vista: Nayara)
El embarazo fue un tiempo de calma después de la tormenta. Nunca imaginé que podría vivir algo así, con la manada en paz, con Gael pendiente de cada movimiento, con mi madre acariciando mi vientre como si quisiera recuperar todos los abrazos perdidos, y con mi padre Khael mirándome como si yo fuera su mayor orgullo.
No fue un embarazo fácil en el sentido físico. Había días en que me sentía débil, otros en que apenas podía dormir, y sin embargo, cada latido que escuchaba en mi interior era un recordatorio de que la vida seguía, de que el amor podía más que cualquier herida.
El doctor Varek se convirtió en guardián de mis secretos. Cada vez que me revisaba, sonreía con esa mezcla de misterio y ternura. Me decía:
—Todo está bien, Nayara. Pero recordá, lo mejor de la Luna siempre se guarda para el final.
Yo le creía, porque en sus ojos había una certeza tranquila.
Había algo que no habíamos dicho a nadie ...
Gael e