CAPÍTULO — EL SECRETO DE LAS TRES CUNITAS
(Punto de vista: narrador)
Gael nunca había sido buen guardián de secretos. Era impulsivo, transparente como el agua. Pero esta vez, la Luna misma parecía haberle dado fuerzas para callar.
Más de dos meses llevaba ocultando la verdad, sosteniendo en silencio un milagro que no podía revelarle a nadie, ni siquiera a Nayara.
Mientras todos creían que se preparaban para recibir un cachorro, y solo algunos intuían que serían dos, él y Varek compartían la certeza que lo desvelaba: tres corazones latían en el vientre de su Luna.
De día, se mostraba tranquilo, sonriente, acompañando a Nayara en cada antojo y cuidándola con devoción.
De noche, cuando ella dormía profundamente, se levantaba en silencio y bajaba hasta el cuarto que habían preparado para el bebé.
Allí, además de las dos cunas oficiales —una adornada con un detalle azul, la otra con un listón rosa— había colocado una tercera. Una cuna blanca, sencilla, sin nombre, sin marca, e