Capítulo: Lo Que Rompieron Por Mí
Punto de vista de Gael
El despertar no fue dulce ni reparador. Fue una caída áspera dentro de su propia piel. Gael abrió los ojos como si emergiera desde una profundidad sin fondo, con los músculos tensos, la garganta reseca y el alma… rota. Le dolía todo el cuerpo: las piernas, los hombros, la espalda, incluso los párpados. Pero ninguno de esos dolores se comparaba con el vacío brutal que lo desgarraba por dentro, el que se había instalado justo en el lugar donde solía habitar su lobo.
Ese silencio interno era más atroz que cualquier herida física. Era como una amputación invisible. Lo que antes era un calor constante, una presencia vigilante dentro de su mente, ahora era solo una grieta abierta. Un hueco insoportable. Allí donde antes sentía el vínculo con Nayara, no quedaba más que el eco de lo que fue.
Se incorporó con dificultad. El cuerpo temblaba, la frente le ardía, las manos le sudaban como si estuviera atrapado en una fiebre que no querí