Capítulo (continuación): La Loba que se Eligió a Sí Misma
Punto de vista de Gael
El dolor no fue físico. Fue algo peor.
No era algo que pudiera tocarse… pero sentía que su alma se quebraba. Como un cristal invisible rompiéndose desde adentro.
Y se desangraba lentamente… aunque no hubiera sangre.
Cuando Nayara pronunció su rechazo, algo dentro de él simplemente colapsó.
El hilo que aún los unía —débil, herido por su traición— se cortó.
Lo supo.
Lo sintió.
Y entonces cayó de rodillas.
No gritó.
Pero lloró.
Como nunca antes lo había hecho nadie.
Lágrimas amargas, calientes, incontrolables.
Caían como una cascada de dolor.
Su lobo lloraba y pedía perdón, pero Gael no lo sentía.
Su respiración era un espasmo roto.
El pecho, partido al medio.
Una de sus manos se aferraba al corazón, como queriendo hacer un nudo, atarlo, impedir que se terminara de romper.
La otra mano… en el suelo.
Como si pudiera agarrarse a la tierra y suplicar que lo tragara todo.
—No… —susurró con l