Capítulo: La Loba que se Eligió a Sí Misma
Punto de vista de Nayara
Estaba allí. Oculta entre los árboles que bordaban la plaza, donde la luz de la luna se filtraba entre las ramas como hilos de plata derramados por los dioses. Me había alejado de la compañera de ese maldito… del doctor Varek. Otro traidor. Otro infiel que había traicionado a su verdadera compañera.
Los murmullos, las voces, las confesiones... todo se escuchaba con una claridad espantosa.
Pero nada, nada me estremeció tanto como escuchar mi nombre.
Primero en voz baja.
Y luego... como una llama encendida por Khael Lorentz.
Y entonces lo vi.
Volvió al centro de la plaza y se quedó de pie. Firme. Con ese fuego en la mirada que no se apaga con el viento ni con la vergüenza ajena.
—Nayara no solo merece volver… merece un trono —dijo él, como quien lanza una sentencia sagrada.
Mi pecho se infló.
No por orgullo.
Tampoco por vanidad.
Por alivio.
Al fin… alguien me estaba mirando como nadie lo hizo cuando más lo necesitaba.
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