CAPÍTULO – No voy a mirarte
La plaza central de la manada Fuego de Luna vibraba con una tensión invisible, como si cada piedra bajo los pies estuviera a punto de estallar. El murmullo creciente de los presentes tejía un susurro colectivo que hablaba de miedo, de sorpresa… y de un despertar que nadie podía detener.
Pero Nayara no escuchaba nada de eso.
Solo sentía el zumbido feroz de su propio pulso y de su loba .
Ese latido ensordecedor que se colaba entre sus costillas y le apretaba la garganta como una mordaza silenciosa.
Frente a ella, a solo unos metros, estaba Gael Lorentz.
Alto. Firme. Despierto.
Con el rostro en sombras por la posición del sol. Los ojos clavados en ella como si acabara de encontrar algo que creía perdido.
Pero ella no podía mirarlo.
No lo haría.
Porque si lo hacía… le iba a doler.
No por amor,por lo que ese amor le hizo.
Porque aunque él ahora supiera que Lidia era una impostora, que su madre había sido asesinada por ella ,Su silencio,