Gael Lorentz caminaba por el bosque con pasos pesados, cada pisada hundiéndose en la tierra húmeda como si cargara siglos de traición sobre los hombros.
El aire olía a corteza vieja, a hojas rotas, a recuerdos. El sol apenas se filtraba entre las ramas altas, y sin embargo, él lo sentía: todo estaba más claro que nunca.
Había ido al cementerio. Había cavado con sus propias manos. La tumba 35 estaba vacía.
No había cuerpo en esa tumba . No había muerte. No había verdad.Solo mentiras .
Su tío, Kael Lorentz, hermano del Alfa Aldric, no estaba muerto como toda la manada Fuego de Luna decia.
Y eso… lo cambiaba todo.
Volvió a la manada sin decir palabra, sin buscar miradas. Pero dentro suyo algo ya no se contenía. Era como si una llama hubiese nacido en su pecho, creciendo a cada segundo, encendiendo sus sentidos, rompiendo las cadenas mentales que lo habían atado desde niño.
Se dirigió directo al centro de esta ,en donde está el templo de los ancianos,de los sabios supuesta