¿Qué tan seguro estamos de no volver a encontrarnos con las personas después de tanto tiempo? En mi caso, pensé que jamás volvería a verlo. Me había hecho a la idea de ello. Pero el destino, como siempre, hizo de las suyas. Habían pasado casi diez largos años desde que lo ví la última vez. Luego de haber compartido cama con él, y algo más, decidí dejarlo. "No me sentía preparada para algo más que ser ligues". Al menos, eso fue lo que le dije. Aunque nada de eso tenía que ver con la realidad de las cosas. La verdad era que mi vida ya estaba atada a alguien más, y así poder salvar el pellejo de mi padre. Al que no le importó mi felicidad. Al que no le importó ni un poco el hecho de romperle el corazón, y el mío propio. Sólo quería saldar deudas. Deudas que solo "podía" pagar conmigo. Al ver de nuevo a Massimo después de todos estos años, me di cuenta que durante todo ese tiempo estuve viviendo en una vil mentira, no lo había superado. Pero siempre había escuchado que "después de un cucaracho, llega un buen muchacho" y lo confirmé. ¿El problema? Es que resultó ser su sobrino.
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Hoy es mi primer día de trabajo.
Quién iba a decir que de la noche a la mañana, me llamarían para empezar a trabajar en una Universidad. ¿Lo más loco? Qué pensé que el trabajo sería en el ámbito de limpieza, pero no. Me llamaron para ser profesora de universitarios, ya que les hacía falta personal? ¿Qué tal les quedó el ojo, eh?
No tenía título en Educación. Ni siquiera había pasado por mi cabeza estudiarla. Pero necesitaba hacer algo más, salir de mi zona de confort. Además, desde llegué no había empezado a ejercer ninguna de las carreras que había estudiado fuera. Acepté sin dudar. Después de todo, me habían despedido de mi antiguo trabajo en Venezuela y por eso me vine. ¿Qué más podía hacer?
La incomodidad del primer día se hizo presente. Claramente no conocía a nadie allí. Pero eso no me importó. Tarde o temprano me acostumbraría al trabajo, a mis compañeros, y aún más importante, a los alumnos, pedía al cielo que así fuera.
Gracias a Dios, o a quién fuese, no fueron odiosos, maleducados o malas personas. Al menos las cinco personas que había conocido desde que llegué. Hasta el momento estaba cómoda con ellos. Me recibieron bien.
-Hola -dije al entrar en una oficina-. Me llamo Gabriela -tartamudeé-. Gabriela Rinaldi. Disculpa que te interrumpa, pero buscaba la oficina de dirección.
-Oh, hola -respondió una chica de lentes detrás de un escritorio lleno de papeles-. No es aquí, espera y te explico -continuó diciéndome mientras se levantaba para asomarse a la puerta-. Sigues este pasillo y cruzas a la izquiera, luego sigues ese pasillo y vuelves a cruzar, ésta vez a la derecha. Es la última puerta -me explica señalándome el pasillo-. Mi nombre es Verónica... Verónica Hernández -se presente con una sonrisa-. Lamento no poder acompañarte, pero como vez -señala los papeles- tengo trabajo pendiente.
-Un placer Verónica -le digo emitando su sonrisa-. Gracias por tu ayuda. Es mi primer día -como si no fuese obvio, pensé.
-Ah, eres la nueva -dice acomodándose los lentes para luego estirar su mano hacía mí-. El placer es mío. Ya necesitábamos alguien para dar las clases. Los demás maestros están muy ocupados -me explica con pesar.
-Bueno, espero ser de ayuda -respondo aceptando su mano-. Voy allí antes que se me haga más tarde.
-Que te vaya en tu primer día -me sonríe de nuevo y se devuelve a su escritorio.
Salí de allí apresurada. De verdad se había hecho muy tarde. Tenía que estar en la oficina de dirección a las 8:00am y ya casi son las 8:30am. ¡Dios, Gabriela! ¿Cuándo vas a aprender a estar a la hora que se te dice?
¡NUNCA!, dijo mi subconsiente burlándose de mí, por decima vez el día de hoy.
Bueno, mejor tarde que nunca, pensé.
La verdad, ni siquiera era mi culpa. Llegué temprano, pero me perdí con todas las putas oficinas que hay.
Cuando estuve frente a la puerta que la chica me dijo, o al menos eso esperaba, me perdí cuando me dijo "tienes que cruzar aquí" y no sé dónde. Pensé que me había equivocado y volteé en la esquina que no era, porque toqué una, dos, tres veces... estuve apunto de tocar una cuarta vez cuando alguien respondió por fin.
-Adelante -escuché la voz de una mujer detás.
Abrí la puerta con cautela y me asomé.
-Buenos días -saludé al entrar-. Mi nombre es Gabriela Renaldi -volví a presentarme por milésima vez desde que llegué-. Lamento llegar tarde, me perdí -expliqué con vergüenza.
-Pasa, cariño -me respondió la mujer con amabilidad-. No te preocupes. Creo que a todos nos pasó la primera vez. Con cada centímetro lleno de oficinas y salones por donde mires -dijo divertida-. Mi nombre es Gladys Lombardi, un placer.
Nos estrechamos las manos y nos sentamos en un sofá que estaba en una de las paredes, frente a un gran ventanal que daba una vista estupenda a la ciudad. Habpia extraño mi ciudad desde que me fui, y no cabpia la felicidad en mí cuando por fin decidí volver a mi hogar. Dónde nunca tuve que haberme ido.
¿Qué podría haber esperado? Es uno de los mejores colegios de la ciudad. Incluso del país.
La estructura de la Universidad era magnífica. Imposible de dejar de admirar.
Cómo carajos no podrías perderte en un lugar tan grande como éste. Un laberinto en vez de universidad. Podías ir a la izquiera, a la derecha, abajo, arriba. Por dónde caminabas habían oficinas y salones.
Solo un maniático con el tiempo de su vida podía construir algo como esto. Debería estar orgulloso de lo que logró hacer. ¿Cuánto tiempo de su existencia duró haciendo tal cosa?
-Ya que por fin llegaste, déjame darte un recorrido y así conoces a tus colegas -dijo levantándose y la imité-. Podría irte explicando en el camino lo que necesitas saber y el cargo que asumirás.
-Claro, me encantaría -respondí emocionada y nerviosa a la vez.
La Universidad Politécnica es la casa de estudio más antigua de Milán. Fue fundada en 1863 y es la mayor institución de Italia en los campos de Ingeniería, Arquitectura y Diseño Industrial. Ha sido el hogar de reconocidos arquitectos y científicos italianos, incluso ostenta un premio Nobel de química y actualmente alberga a alrededor de 40.000 estudiantes.
El Politecnico di Milano tiene siete campus ubicados en Milán y en otras ciudades cercanas. Está organizado en 12 departamentos, orientados especialmente a la investigación y 4 escuelas dedicadas a la educación. Es miembro de IDEA League, una alianza estratégica establecida entre las cinco universidades europeas líderes en el área de la tecnología.
Para poder estar acá se necesita un promedio mínimo de 7.0, sin hablar del costo. Que serían $400 pesos por semestre. Así el costo por estudiar toda una carrera es de $4,000.
La oferta académica se divide en 4 áreas de formación, pero todas se orientan al diseño, la ingeniería y la construcción. En el Politécnico los programas Laurea son títulos universitarios que se completan en un período de 3 años y que son el equivalente de una licenciatura en Ciencias.
Facultades Carreras
Ingeniería industrial y de la información Ingeniería Aeroespacial
Ingeniería Física Ingeniería Matemática Ingeniería Energética Ingeniería Química Ingeniería de Automatización Ingeniería de Gestión y Producción Ingeniería de Sistemas Computacionales Ingeniería Biomédica Ingeniería Eléctrica Ingeniería Electrónica Ingeniería de Producción Industrial Ingeniería de Materiales y Nanotecnología Ingeniería MecánicaIngeniería Civil ambiental y Ordenación del territorio Ingeniería civil
Ingeniería ambiental y Ordenación de territorioArquitectura Urbanismo, construcción e ingeniería Urbanismo ciudades, Medio ambiente y Paisajes. Diseño Arquitectónico
Diseño Diseño de moda
Diseño de comunicación Diseño de productoAunque es una institución pública, los costes pueden ser elevados para algunas personas, pero el Politécnico tiene uno de los mejores y más variados programas de becas:
Nombre de la beca Requisitos
Becas al mérito para estudiantes ✅ Estar matriculado en algún curso de licenciatura o maestría.
"fuera de casa"
Premios para estudiantes de primer año ✅ Estar cursando 1º año.
✅ Destacar en su departamento.
Becas Girls@polimi ✅ Ser mujer.
✅ Estar matriculada en alguno de los programas.Becas basadas en el mérito ✅ Todos los estudiantes internacionales pueden ser elegibles.
Becas al mérito deportivo ✅ Destacar en un deporte reconocido por el Comité Olímpico Nacional Italiano o el Comité Olímpico Internacional.
Hay momentos en los cuales me arrepiento de haberme ido de mi hogar. Ésta es una de las razones. Perdí la oportunidad de estudiar en una Universidad de excelente calidad en mi país. Fui becada aquí y mi emoción fue extrema. Así como mi tristeza lo fue aún más grande cuando tuve que rechazarla.
Por otra parte, no me arrepiento de mi decisión. Después de todo, fuera de aquí, tuve la oportunidad de graduarme de otras carreras en una buena universidad. Irme a Venezuela todos estos años fue una excelente decisión la cuál me ayudó a crecer y heme aquí, siendo una de las mejores graduadas en mi ámbito.
Seguimos caminando y caminando por todos los pasillos que había. Era un Politécnico gigantezco. Dos pisos. DOS. Y pensaban construir un tercero, o eso me decía la directora. El nuevo director era un vicionario, según Gladys. Yo solo esperaba irme antes del nuevo cambio. No me gustaban en absoluto,pero siempre me había tocado acostumbrarme.
-Te vas a acostumbrar -dijo de pronto la directora-. Subir y bajar, cruzar aquí y allá -explicó cuando vio mi cara de confusión-. Y si no, ya queda de tu parte tomar una desición.
-Solo vengo por un tiempo, directora -le aclaré-. Vine ayudar, no a tomar un cargo que no es mío y que la verdad, no quiero.
-¿Por qué no? -preguntó.
-No es lo mío ser profesora -dije encogiéndome de hombros-. Voy a prestar mi ayuda hasta las vacaciones, ya luego tendrá que arreglárselas el nuevo director.
-Bueno, como dije, queda de tu parte, querida -me sonrió y seguimos caminando.
Ibamos aula por aula saludando a los profesores. Algunos no estaban en examen y se tomaban un minuto, otros solamente me ignoraban. Los entendía, estaban ocupados.
Pero eso no les quitaba lo grosero que eran. Lo peor era el trato con sus alumnos. Sus gritos se escuchaban hasta el pasillo. La directora me miraba de reojo y sus mejillas se tiñeron de rojo por la vergüenza que sentía. ¿Y como no? Si literalmente tenía unos monstruo como profesores. Si así era con chicos de universidad, no podría imaginarme la paciencia que tendría con niños de primaria.
Nunca había logrado entender porque existían profesores que no sabían dejar sus problemas personales fuera de lo profesional. Como dice Jessica; "seguro no le dieron anoche". Al principio me costó entender ese dicho de los Venezolanos, pero después de un tiempo, mi amiga tuvo la paciencia y amabilidad de explicarme. No voy a negar que cuando supe el significado me sorprendí, ya después inclusive yo lo utilizaba.
No era fácil acostumbrarse a los cambios, pero habían veces que no tenías otra alternativa. Me costó, el primer año allí fue fuerte. Pero gracias a Dios que escuchó mis plegarias, me envió a Jessica al noveno mes de haberme mudado allí. Si no, estoy segura que no iba a poder soportarlo. Estar lejos de mi familia fue lo mejor que pude hacer.
-Seguro no le dieron anoche -dije en un susurro, que al parecer la directora llegó a escuchar.
-¿Disculpa?
-¿Eh? -la miré confundida.
-¿Qué dijiste? -preguntó.
-Ah -me sonrojé horrible, estoy segura-. Es un dicho de Venezuela -expliqué rápidamente-. El país dónde estuve viviendo todos estos años.
-¿Y por qué el dicho? -insistió en saber.
-Es para cuando ves a alguien molesto o con mala cara -expliqué y rogué al cielo para que dejara de preguntar, y agradecí que así fuera.
-Bien, sigamos -dijo después de unos segundos. Seguimos caminando por quince minutos más, hasta que nos cansamos y decidió llevarme al aula donde iba a empezar mi trabajo-. Es aquí. En serio, de verdad creéme cuando te digo que espero que te acostu... -abrió la puerta y el aula era un desastre. Gritos aquí y allá, estaban tirando bolas de papel y una casi me pega en el rostro-. Disculpa -giró en sus talones a mirarlos.
-No se precuope, direc...
-¡YA BASTA! ¡CÁLLENSE! -gritó y di un respingo. Me llevé la mano al corazón por instinto y la miré como si le fuera salido otra cabeza-. Dame un momento.
¡Pero que carácter del demonio tiene esta señora!, pensé.
Los chicos se callaron y vi como cada uno se iba a sus asientos en silencio. Cuando cada quién estuvo en su sitio, miraron al frente.
¿Es por miedo o por respeto? Con ese grito, digo que por miedo. ¿Quién carajos no le iba a tener miedo a alguien así?
-Buenos días -dijo la directora entrando como si fuera una m*****a pasarela-. Como ya saben, su profesora estará de reposo por más de un año por su estado -explica-. A partir de hoy, tendrá otra profesora hasta entonces -miró hacía mí y sentí mis piernas desfallecer-. Gabriela, pasa, por favor.
VINCENZO: Mientras caminaba por el pasillo, noté que la puerta del aula se abría y ahí estaba ella. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su mirada perdida me hizo sentir un impulso incontrolable de acercarme. Así que decidí actuar. Con un paso decidido, me dirigí hacia ella y, en un movimiento calculado, choqué suavemente contra su hombro. Noté como Gabriela se tensó por un momento, y subió la mirada lentamente. —¡Oh! —exclamó Gabriela, sorprendida—. Lo siento, no te vi venir.—No hay problema —respondí, tratando de ocultar mi sonrisa—. Solo quería aprovechar la oportunidad para hablar contigo -se quedó mirándome con una mezcla de curiosidad y confusión. Era el momento perfecto para sacar a relucir el tema que me inquietaba—. ¿Podemos hablar un momento? —le pregunté, sintiendo cómo la tensión en el aire crecía entre nosotros.Ella dudó un instante, pero luego asintió. Nos alejamos un poco del bullicio del pasillo y encontramos un rincón más tranquilo.—¿Sobre qué qu
GABRIELA: Mientras me dirigía a la siguiente aula, sentí cómo el peso de mis pensamientos se desvanecía un poco. La clase de matemáticas en este momento eran mi refugio, mi pequeño santuario donde las ecuaciones y los problemas numéricos ocupaban mi mente y me mantenían alejada de las sombras que amenazaban con consumir mis pensamientos.Sabía que en ese momento necesitaba concentrarme en mis estudiantes, en sus sonrisas curiosas y sus preguntas. Si lograba sumergirme en la enseñanza, podría olvidar por un rato la tristeza que me acompañaba por la situación con Sophia. Ella parecía pensar que había vuelto solo para quitarle a Massimo, pero eso no podía estar más lejos de la verdad.Lo único que deseaba era estar cerca de mi madre y mi sobrina. Recordé cómo la felicidad había inundado mi corazón cuando supe que iba a ser tía. La imagen de Florencia, mi hermana mayor, riendo mientras acariciaba su pancita embarazada, era un recuerdo tan cálido que podía sentir el calor en el pecho. Hab
GABRIELA: Tomé mi portafolio y me puse la chaqueta, sintiendo el peso del día acumulándose sobre mis hombros. La aula de clases estaba vacía, y el eco de mis pasos resonaba en el pasillo desierto de la universidad. A medida que caminaba, mi mente divagaba en pensamientos confusos sobre Vincenzo y los recientes acontecimientos que parecían girar en torno a mí como un torbellino.Decidí dirigirme al salón de descanso de profesores, un lugar donde podría encontrar un respiro, un momento de calma entre las clases y las responsabilidades. Sin embargo, mientras avanzaba, una mano fría me tomó del brazo. Me giré rápidamente, y ahí estaban los ojos de Sophia, fríos y llenos de furia. Un escalofrío recorrió mi espalda.—¿Qué quieres? —pregunté, tratando de mantener la compostura.Sophia se acercó, su voz llena de veneno.—¿Qué quiero? ¡Oh, Gabriela! ¿No lo sabes? Quiero que pagues por lo que hiciste. Vincenzo fue a mi casa anoche. Golpeó a Massimo porque estaba defendiendo a una zorra como tú
VINCENZO: No era primera que llegaba tarde a la universidad, pero algo dentro de mí me avisaba que no era un día como cualquier otro en el pasado. Me encontré con la directora en la entrada de la universidad. -Joven Vincenzo -dijo seria-. Otra vez llegando tarde. -Disculpe directora, pero no tiene nada de sorprendente. Preocupese cuando le llegue temprano. -Que extraño -dijo de pronto mientras me seguía acercando-. La profesora Rinaldi también llegó tarde. En su voz había un destello de reconocimiento, pero solo me encogí de hombros. -Con todo respeto, señora directora -le dije plantándome delante de ella-. Pero no me importaba la vida de los profesores. Menos si llegan a tiempo a su trabajo o no. La dejé allí en la entrada y me dirigí a mi salón de clases. Era un día cualquiera en el aula de clases, pero algo en el aire parecía diferente. Cuando entré a la sala, noté que Gabriela estaba de pie frente a la pizarra, explicando algo sobre ecuaciones cuadráticas. Su voz resonaba
GABRIELA: Hoy era mi segundo día de trabajo en la universidad, y, para variar, había llegado tarde. Mis planes de llegar con tiempo se habían desmoronado. Aún así, tenía la esperanza de que la directora no estuviera esperándome con un reloj en mano. Al llegar a la entrada de la universidad, me encontré con su mirada seria. —Gabriela —dijo con un tono que me hizo sentir pequeña—, llegar tarde no es aceptable. Es solo tu segundo día, y ya estás poniendo en duda tu compromiso.La culpa me invadió.—Lo siento mucho, señora directora —respondí con sinceridad—. Tuve un imprevisto esta mañana.Su expresión no se suavizó.—Entiendo que todos tenemos problemas, pero debemos ser profesionales. Te advierto que si esto se repite, tendré que tomar medidas más serias.Asentí, sintiendo el peso de su advertencia sobre mis hombros. Casi corrí al salón de clases. Al entrar al aula, mis nervios estaban al máximo. Todos los estudiantes estaban sentados y me miraban expectantes.—¡Hola a todos! —salu
VINCENZO:—¡Oh no! —exclamó Gabriela mirando su reloj—. ¡Se me hizo muy tarde! Tengo que dar mi primera clase en la universidad en cinco minutos. Sentí un nudo en el estómago al ver su angustia. Sabía lo importante que era su trabajo, así que rápidamente le dije:—Puedo llevarte. No hay problema. Ella me miró con una mezcla de gratitud y pánico.—Vincenzo, no sé... —dijo, su voz temblando un poco—. No quiero que me vean llegar contigo. Ya sabes cómo son las cosas en la universidad. Podrían pensar que hay algo más entre nosotros, y no quiero que eso te traiga problemas.Sus palabras resonaron en mí como un eco de la realidad. Comprendía su preocupación; la comunidad académica podía ser un lugar complicado. Si me veían entrar con la nueva profesora en mi auto, iban a empezar los malos comentarios sobre nosotros. La última cosa que quería era ponerla en una posición difícil, pero también quería ayudarla a llegar a tiempo. —Gabriela, yo solo te estoy ayudando a llegar a tu clase —le a
Último capítulo