VINCENZO:
No era primera que llegaba tarde a la universidad, pero algo dentro de mí me avisaba que no era un día como cualquier otro en el pasado.
Me encontré con la directora en la entrada de la universidad.
-Joven Vincenzo -dijo seria-. Otra vez llegando tarde.
-Disculpe directora, pero no tiene nada de sorprendente. Preocupese cuando le llegue temprano.
-Que extraño -dijo de pronto mientras me seguía acercando-. La profesora Rinaldi también llegó tarde.
En su voz había un destello de reconocimiento, pero solo me encogí de hombros.
-Con todo respeto, señora directora -le dije plantándome delante de ella-. Pero no me importaba la vida de los profesores. Menos si llegan a tiempo a su trabajo o no.
La dejé allí en la entrada y me dirigí a mi salón de clases.
Era un día cualquiera en el aula de clases, pero algo en el aire parecía diferente. Cuando entré a la sala, noté que Gabriela estaba de pie frente a la pizarra, explicando algo sobre ecuaciones cuadráticas. Su voz resonaba