Me relajé aproximadamente 10 minutos con mi secretaria y aproveché la oportunidad para deleitarme con una taza de café, el líquido me brindó una paz que no sentía desde las primeras horas de la mañana.
- ¿Difícil la consulta? - preguntó Isabel con su imperturbable tono relajado.
- La complejidad propia de los seres humanos - respondí evadiendo el tema, pues no podía faltar a la ética, exponiendo la intimidad de la pareja.
Caminé con determinación hacia la oficina donde debía realizar el cierre adecuado al problema que enfrentaba la pareja.
Penetré en el recinto. El silencio ensordecedor me recibió, brindándome una noción de lo que me esperaba.
- Ahora sí - dije con curiosidad - quiero que me expliques por qué estás desesperado.
- Voy a ser padre - expresó de golpe, sin maquillajes ni preámbulos.
- ¿Qué? - interrogó Albert desconcertado - ¿Cómo...?
- Fue un error... una noche de locura.
- ¿Un error? - interrogó dolido y visiblemente molesto - ¿Cuándo?
- En mi últim