28. Asalto
El motor de mi Aston Martin ruge bajo mis pies, un eco sordo de la furia que tengo atorada en el pecho. Las luces de la ciudad se desdibujan en un borrón mientras aprieto el acelerador. ¿Elara? Se fue con el puto Alex. La vi.
Sentí el calor de su brazo alrededor del de él, la sonrisa de alivio que le regaló a ese consultor de m****a. Una sonrisa que jamás me dio a mí, ni siquiera cuando le salvé la vida de Lena y Thorne.
Me odio. Me odio por haber contratado a la única empresa de inteligencia financiera que tenía a ese bastardo. Fui un estúpido. Un director ejecutivo brillante en mi campo, pero un absoluto idiota en la vida real. He ganado una guerra de poder, pero he perdido todo lo demás. Y ahora ese tipo tiene a la mujer que amo durmiendo en su apartamento, en la cama de mi amigo, mientras yo manejo solo, sintiendo el peso de mi propia soledad.
Mi teléfono vibra. Necesito un respiro. Necesito alcohol y un cuerpo que no me haga preguntas.
Marco el número de Leo, mi contacto má