Habían pasado dos años desde aquel incidente que casi destruyó a la familia Smith y a Nathan Force. Dos años de reconstrucción, de cicatrices que aprendieron a sanar con tiempo, amor y paciencia.
La ciudad ya no hablaba del escándalo. Los titulares de los diarios ahora mostraban otra cara de los protagonistas: “Force Corporation, la marca que redefine el lujo moderno”.
Nathan, elegante como siempre, observaba desde la terraza de su oficina el horizonte de la ciudad. A su lado, una taza de café humeante y una carpeta con los nuevos diseños de la colección primavera. El logo de su empresa —una “F” entrelazada con un rayo— era ahora símbolo de éxito, elegancia y resiliencia.
Desde que salió del hospital, había volcado toda su energía en la compañía. La línea “Force Rebirth” se había convertido en un fenómeno mundial: moda hecha no solo para impresionar, sino para inspirar. Cada prenda tenía una historia, un mensaje de superación, de renacer tras el caos.
Nathan dejó la carpeta sobre el e