El salón de convenciones estaba transformado en un templo de lujo y sofisticación. Luces blancas y azules caían desde lo alto, iluminando la pasarela central que parecía extenderse como un río brillante en medio de un mar de invitados. El murmullo de la prensa, los clics de las cámaras y el tintinear de copas de champán creaban una sinfonía inquietante, una atmósfera donde cada detalle importaba.Nathan Force estaba en su elemento. Con su traje negro impecable, perfectamente entallado, caminaba entre los invitados con la seguridad de un hombre que sabía que todo, absolutamente todo, giraba a su alrededor. Su sola presencia imponía respeto. Había organizado el evento con precisión quirúrgica: nada estaba al azar. Y esa noche, había decidido añadir un ingrediente más a su espectáculo: Logan Smith.En primera fila, invitados de honor, se encontraban Jon Smith, su esposa Eleanor y su hija Nara. Habían llegado por invitación expresa de Nathan. Jon, con su porte de patriarca, mantenía una e
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