Seduciendo al rey de la mafia 38. No deseo atarte a mi
La luz del hospital se reflejaba en las cortinas, generando un entorno casi etéreo que contrastaba con la cruda verdad de lo ocurrido. Una semana había transcurrido desde el fatídico accidente, y allí me encontraba, en una estancia gélida y luminosa, observando a Dimitrik reposar en la cama, su rostro tranquilo contrastando con la severidad del acontecimiento. Aunque experimentaba mejoría, los médicos decidieron mantenerlo bajo observación por una semana adicional y dar inicio a su terapia. Había solicitado que enviaran toda la información a su médico en Rusia porque planeaba regresar.
¿Qué haría yo?
Deseaba seguirlo, a pesar de la total oposición de mi padre. A pesar de que los contactos en Italia se encargaron de hacer creer que todo fue unos enemigos que tenía en Albania y de limpiar. La situación comenzó a tranquilizarse gradualmente con Nickolai asumiendo el control de la mafia para permitir que Dimitrik descansara.
—¿En qué estás pensando?
Hablaba de manera serena para llamar la