104. Sin importar cómo sea
Habían pasado alrededor de siete meses donde Rune había tomado mis nauseas los primeros meses. En esta ocasión, contaba con la experiencia previa que le permitió enfrentar la situación de manera más efectiva. Esa noche marcaría el momento en que descubriríamos el sexo del bebé. Todos nuestros parientes se habían reunido en uno de los hoteles más famosos de Suiza.
La sala del hotel resplandecía con una opulencia que solo se veía en las películas. Del techo colgaban candelabros de cristal que reflejaban la luz de las velas titilantes en cada mesa, mientras los susurros de nuestros parientes se entremezclaban con la suave melodía de la música ambiental. En el ambiente se percibía una emoción intensa. Derrick mostraba entusiasmo con mis sobrinos, dejando claro que sería un excelente hermano mayor.
Sentía un leve nerviosismo, sin embargo, la presencia reconfortante de Rune me brindaba la tranquilidad que requería. Con sus suaves gestos, me brindaba la dulzura que hacía palpitar mi corazón.