Cuando Arlette Schiaparelli se ve obligada a escapar de su casa para evitar que su padre la vendiese en un matrimonio de conveniencia, nunca imaginó que tendría que cambiar su identidad y tomar la de Luciano Fabbretti, y mucho menos que terminaría trabajando en una de las mejores agencias de publicidad de Italia, MediaCavalluci Inc., donde su sexi jefe es el nuevo CEO, Liam Cavalluci, reconocido por ser uno de los solteros más codiciados de los últimos años. Liam Cavalluci es un hombre agradable que siempre se ha caracterizado por estar rodeado de hermosas mujeres, pero cuando conoce a Luciano, algo en su delicado asistente llama su atención, de tal forma que hará todo por conquistarlo, incluso fingir un noviazgo con él. ¿Qué sucederá cuando Liam descubra la mentira de su nuevo asistente? ¿Cuáles sentimientos persistirán, los que siente por Luciano o por la desconocida Arlette? Una persona… diferentes identidades.
Leer másArlette Schiaparelli
—¿Acaso te volviste loco? No le pienso entregar a mi hija a ese hombre —sentencia la voz de mamá con vehemencia.
—No estoy pidiendo tu permiso. Arlette también es mi hija y como tal hay sacrificios que debe de hacer por su familia.
—¿Sacrificios? La estás vendiendo a ese hombre que bien podría ser su padre, todo con tal de salvarte de la ruina.
—Es nuestra única opción y por algo he gastado en su educación durante todos estos años, es justo que ahora que estamos en problemas ella nos devuelva algo de lo que le hemos dado.
—No voy a permitir que mi hija se case con ese hombre. ¿Qué clase de vida le espera con alguien como el juez Barone? Todos saben que ese hombre es una bestia, no por algo todas sus exesposas han huido de su lado.
—Ya está decidido, mañana al mediodía el juez vendrá a buscar a Arlette para casarse con ella y de una vez te advierto que no le digas nada, de lo contrario atente a las consecuencias.
—No lo permitiré, ¿me escuchaste? No venderé a mi hija para que pague por tu m*****a adicción al juego, no repetiré con ella lo que mis padres hicieron conmigo: venderme al mejor postor…
Escucho como un fuerte golpe impacta en algo y al segundo siguiente el chillido de mamá inunda la estancia, justo cuando estoy por atravesar la puerta y defender a mamá de los golpes que le esperan por parte de mi padre, sus ojos se cruzan con los míos y con una mirada silenciosa me implora que no intervenga.
Doy un paso más y antes de que papá vuelva a golpearla, sus labios me hacen una pequeña solicitud que, aunque me duela, debo de aceptar. «Huye de aquí y nunca regreses» musita para después recibir otro golpe por parte de papá.
Cubro mi boca con mi mano y me obligo a subir las escaleras con mucho cuidado para que mi padre no se dé cuenta de que los he estado escuchando a hurtadillas o, de lo contrario, es capaz de encerrarme en el sótano.
Me encierro en mi habitación y, aunque por un momento me gustaría bajar y defender a mamá, su súplica silenciosa y esa confesión de lo que mis abuelos hicieron con ella me obligan a aceptar las palabras de mamá y huir como la cobarde que soy.
Tomo unas cuantas prendas de mi closet, así como algunas joyas y el poco efectivo con el que cuento, para después salir con mucho cuidado por la ventana de mi habitación. Por suerte, no es algo difícil de hacer, ya que Fede me enseñó a hacer esto desde hace varios años, cuando nos escabullíamos para perder el tiempo en el muelle mirando los barcos zarpar.
Lanzo una breve mirada sobre mi hombro y, con lágrimas en mis ojos por no poder salvar a mamá del despreciable hombre que es mi padre, salgo de la propiedad y corro como si mi vida dependiese de ello.
Al cabo de una hora llego a esos departamentos desvencijados que ya conozco de memoria, ajusto la capucha a mi cabeza y, cuando creo que nadie podrá reconocerme, subo los escalones hasta llegar al quinto piso.
Toco la puerta con insistencia y solo cuando frente a mí aparece el dueño de la voz irritada que me exigía dejar de hacer semejante escándalo, me arrojo a sus brazos tomándolo desprevenido y casi provocando que caigamos.
—¿Quién diantres eres? —me cuestiona el hombre con el ceño fruncido y estoy casi segura de que empuñando un arma detrás de su espalda.
—Soy Arlette. L-lamento haber llegado de esta forma y tan tarde —balbuceo con la voz entrecortada debido a las lágrimas que por fin me permito derramar.
—¿Qué diantres te sucede, Arly y por qué llegas así? —inquiere cuando se recupera del pequeño susto que le provoqué.
—Escape de casa y n-no tengo otro lugar al cual pueda ir —confieso sin dejar de llorar.
Después de cerrar la puerta y tomar mis cosas, me lleva hasta su pequeño sofá donde me observa con los labios en una fina línea.
—¿Por qué huiste de casa? Sabes que si el viejo se entera de que estás aquí, es capaz de molerte a golpes como la última vez —musita preocupado.
—Mamá, me pidió huir de ahí.
—¿Por qué tu madre haría algo así? Y lo más importante, ¿por qué aceptarías? —insiste.
—Papá, pretende venderme al juez Barone y mañana será mi boda —farfullo con un chillido histérico y ocultando mi rostro entre mis manos—, escuché a mis padres discutiendo sobre ello y ya puedes imaginar cómo terminó todo.
—¡Maldito, infeliz! Es un poco hombre —explota Fede, soltando un golpe sobre su pierna—. Lo siento, es tu padre —se disculpa cuando se percata de todo lo que mencionó.
—Nada de lo que has dicho es mentira, es de lo peor. Mamá me pidió no volver a casa, o de lo contrario mañana estaré casada con ese hombre; es por eso por lo que vine aquí. Eres el único que puede ayudarme.
—¿Cómo podría ayudarte? Soy un malviviente, todos lo saben. Es más, sigo sin entender cómo es que somos amigos.
—A mí no me importa cómo seas, para mí siempre serás Fede, mi mejor amigo del instituto. Y sé que tú… puedes conseguirme papeles falsos —musito después de algunos segundos.
—¡¿Cómo qué papeles falsos?! ¿Te volviste loca?
—Es lo único que se me ocurre para huir de mi padre, ¿crees que si me encuentra no será capaz de obligarme a regresar y casarme con ese hombre?
Fede me observa por algunos minutos y cuando veo que niega con su cabeza, tomó mi bolso lista para irme de aquí.
—Pensé que podrías ayudarme, pero veo que me equivoqué. No te preocupes, no volveré a molestarte.
—Con un demonio, te ayudaré, ¿contenta? De todas las personas que han venido aquí, jamás imaginé que un día tú me pedirías algo semejante —se queja con una amarga expresión en su rostro—. ¿A dónde piensas ir?
—Y-yo aún no lo he pensado, solo creo que es mejor estar lejos de mi padre. Buscaré algún lugar donde no pueda encontrarme.
—Ya pensaremos en eso más adelante, de momento no puedes quedarte aquí.
—Pero…
—Dije que no puedes quedarte, no que no vaya a ayudarte. El viejo, en algún momento, se dará cuenta de que huiste y el primer lugar al que vendrá es aquí. Solo espero que nadie te haya visto entrar.
—¿Y entonces a dónde iré?
—A unos cuantos departamentos de aquí tengo un escondite, así que será mejor llevarte allí, pero antes debemos de arreglarte un poco para que no luzcas tan llamativa.
Fede me deja un momento a solas y cuando regresa me tiende algo de su ropa, con un gesto me indica que me cambie y sin dudarlo ni un segundo hago lo que me pide.
Cuando por fin luzco como un chico, salimos de su departamento y una vez que llegamos a la planta baja me dirijo hacia la salida; sin embargo, mi amigo me jala de la mano y me lleva en sentido contrario, hasta el final del pasillo que conduce a otros pequeños departamentos.
Veo como Fede abre lo que parece ser un cuarto de cachivaches, para después acercarse a una cisterna, levanta la tapa y de un brinco se deja caer sin importarle que pueda mojarse.
—Vamos, hazlo rápido. Yo te sostendré.
Lanzo un hondo suspiro y sin más me dejo caer, y aunque en un principio espere terminar empapada, lo cierto es que después de posar mis pies en el piso, todo se siente demasiado seco, como si este lugar tuviese años sin ver una sola gota de agua.
Sin dejar de sostener mi mano, Fede prende una pequeña linterna y me lleva por lo que parece ser otro pasillo demasiado estrecho. Cuando creo que llevamos cerca de diez minutos caminando, comenzamos a subir por una pequeña escalera hasta llegar a otro edificio muy parecido al que dejamos atrás.
—Este edificio está abandonado, por lo que nadie podrá adivinar que te encuentras aquí. Mañana temprano vendré a traerte un poco de comida y ropa.
—Tomé algunas prendas de mi armario.
—Ya no podrás usarlas, Arly, debemos de cambiar tu identidad. No debes de preocuparte, yo me haré cargo de todo.
Dejando un pequeño beso en mi frente, cierra la puerta detrás de él y con esa promesa de mi amigo confió en que podré escapar del destino que mi padre tenía para mí.
NarradorMeses despuésEn la oscuridad de la estancia, tres pares de ojos observan con el ceño fruncido como las manecillas del reloj se mueven lentamente anunciando que la dueña de la casa llegará tarde, algo nada habitual en ella y como si estuviesen coordinados, tres suspiros resuenan en las cuatro paredes de dicho lugar.—¿En verdad crees que es correcto hacer esto? —cuestionó uno de ellos al resto de sus acompañantes.—Claro que es lo correcto —aseguró el otro con tal determinación que casi convenció al primero de ellos.—Yo no estaría tan segura. ¿Y si se molesta? —inquirió con un leve susurro la otra persona.—¿Y por qué habría de enojarse? Solo estamos preocupados por ella.Después de ese pequeño intercambio de palabras, las tres personas guardaron silencio y, como si fuesen parte del mobiliario, permanecieron rectas en su asiento. Pasados algunos minutos, el ligero ronroneo de un auto al estacionarse en la entrada del hogar sacó de su ensimismamiento a las tres figuras, quien
ArlettePor segunda ocasión observo el enorme techo del quirófano y aunque hace algunos años me sentía demasiado ansiosa y temerosa, en este momento, sentir como la mano de Liam aprieta la mía, mientras murmura en mi oreja que todo saldrá bien, me tranquiliza. Es como si su voz tuviese ese poder de hacerme creer que a su lado nada malo sucederá.—Puja un poco más fuerte, Arlette —me pide Esmeray—, estamos a nada de darle la bienvenida a la segunda bebé —nos indica.Hago lo que me pide y cuando por tercera vez en mi vida escucho un pequeño llanto inundando todos mis sentidos, una enorme felicidad se extiende por mi pecho.—¿C-cómo están? —los cuestiono con la voz un poco rota. Levantando mi cabeza en un intento por ver a mis bebés.—Están muy bien —nos asegura Esmeray.Terminan de revisarlas y, cuando las envuelven en una manta ligera, le entregan una de las bebés a Liam, quien estira sus brazos sin dejar de sonreír.—¡Oh, por Dios! Son muy hermosas —musita, cargándola con mucho cuidad
Alessia A lo lejos escucho la voz de Luca y aunque intento abrir los ojos, estos me pesan tanto que me es imposible, por lo que decido concentrarme en ese suave susurro que escapa de los labios de mi esposo.—Solo porque mamá no está despierta, pero te aseguro que cuando veas sus ojos podrás darte cuenta de que todo lo que te he dicho es verdad. Sus hermosos ojos azules son tan magnéticos que te es imposible apartar la vista de ellos, es como si te hechizarán y solo pudieses pensar en ella.»Aún recuerdo cuando la vi por primera vez —musita, soltando un suspiro—, en ese momento me dije «Luca, esa mujer será la madre de tus hijos». Y al final se me cumplió. ¡Ah, pero no creas que fue tan fácil convencerla!»Mamá es alguien realmente difícil, no creyó que podría cambiar solo por ella. Durante doce años estuve cortejándola y la espera valió la pena —murmura con una pequeña risita—. Como lo escuchas, doce años tu mamá me tuvo sufriendo por ella.»Sé qué estarás pensando, pero ¿por qué do
Reyyan Meses después Como ya es habitual cada fin de semana nos reunimos ya sea en casa de Clarisse, Agnes o la mía y disfrutamos como la gran familia en la que nos hemos convertido.Sin dejar de consentir a nuestro pequeño Leandro, Agnes y yo le hacemos unos cuantos mimos cuando la voz de Gianluca nos interrumpe.—Mi amazona, ¿no te parece que esos tres actúan un poco extraños? —me cuestiona, mirando fijamente a los tres ojiazules que se encuentran a unos metros de nosotros.Dejo de jugar con Leandro, retiro mis lentes de Sol y cuando me percato de que los tres se mueven de un lado al otro, frunzo el ceño sin comprender a que se debe su actitud y solo hasta que observo como las tres mujeres, posan su mano en su espalda baja, lanzan un quejido y hacen unas cuantas muecas es que lo entiendo todo. Esos bebés están por nacer este día.Las tres comienzan a llamar a sus esposos y como si tuviese un déjà vu recuerdo una escena similar, con la única diferencia que esto pasó hace muchos año
Entre una charla ligera y pequeñas mentiras de mi parte para que Arlette no se dé cuenta a qué se debe todo esto, terminamos nuestra cena. Tomo su mano y con música ligera de fondo comenzamos a movernos lentamente.Recarga su cabeza en mi pecho y sin dejar de acariciar sus delicados hombros desnudos me aclaro un poco la garganta.—Me dijo mi hermana que la ayudarás con los preparativos de su boda.—Sí.—¿Y supongo que también ayudaras en los preparativos de Evelina?—Sí, me lo pidió y dado que no tiene más familia, acepté.—¡Hmm! —musito.—¿Qué significa eso? ¿No estás de acuerdo en qué les ayude? —me cuestiona, levantando su cabeza y mirándome con el ceño fruncido, ya que nunca le he prohibido hacer lo que le gusta.—No —respondo sin perder tiempo—, te quitará tiempo.—¿Quitarme tiempo en qué? —sisea, intentando apartarse de mí, pero dado que la abrazo con fuerza le es imposible moverse.—En cuidar de Leandro y consentirme a mí; además de preparar nuestra propia boda —recito con rapi
—¿Evelina, aceptas casarte conmigo? —la cuestiono con un poco de miedo, cuando me percato de que baja la mirada y guarda silencio—. Tal vez pienses que este anillo es muy poco comparado con todo lo que tú posees, pero…—No es poco, simplemente es p-perfecto —musita con la voz rota—, y sí, acepto.Extiende su mano y cuando levanta la mirada, veo como algunas lágrimas corren por sus mejillas, pero la enorme sonrisa que muestra en su rostro es la mejor prueba de que realmente está tan emocionada como yo.Estoy por deslizar el anillo en su dedo, pero debo detenerme cuando la señora Agnes se aclara la garganta, obligándome a girar mi rostro y mirarla un poco avergonzado.—Lo siento, señora Agnes, me emocione un poco en cuanto escuche su respuesta, ¿pero me concede la mano de Evelina? Le prometo que a mi lado nunca sufrirá de ninguna humillación o golpes, que la trataré con el respeto que se merece y que nunca estará un paso por detrás de mí, por el contrario, siempre estará a mi lado, cami
Último capítulo