Reyyan
Meses después
Como ya es habitual cada fin de semana nos reunimos ya sea en casa de Clarisse, Agnes o la mía y disfrutamos como la gran familia en la que nos hemos convertido.
Sin dejar de consentir a nuestro pequeño Leandro, Agnes y yo le hacemos unos cuantos mimos cuando la voz de Gianluca nos interrumpe.
—Mi amazona, ¿no te parece que esos tres actúan un poco extraños? —me cuestiona, mirando fijamente a los tres ojiazules que se encuentran a unos metros de nosotros.
Dejo de jugar con Leandro, retiro mis lentes de Sol y cuando me percato de que los tres se mueven de un lado al otro, frunzo el ceño sin comprender a que se debe su actitud y solo hasta que observo como las tres mujeres, posan su mano en su espalda baja, lanzan un quejido y hacen unas cuantas muecas es que lo entiendo todo. Esos bebés están por nacer este día.
Las tres comienzan a llamar a sus esposos y como si tuviese un déjà vu recuerdo una escena similar, con la única diferencia que esto pasó hace muchos año