P.O.V. Tania.
Me encuentro satisfecha, feliz y sintiéndome muy orgullosa de mi misma al oír cómo a través de la línea mi tía ha caído desmayada, o eso creo porque se escuche un fuerte golpe acompañado del grito de su esposo.
—¡Tío! —lo llamó fingiendo preocupación, pero nadie me contesta—. Tío —vuelvo a llamarlo, pero nada hasta que empiezo a oír a través de la línea la respiración agitada de alguien.
—Gracias, Tani, por avisarnos de lo que pasa, pero tengo que dejarte; mi esposa se acaba de desmayar; el golpe fue algo fuerte porque le está saliendo sangre de la cabeza y la nariz —me comunica ese hombre con mucha preocupación.
—No se preocupe tío entiendo, pero lo siento por lo que acaba de pasar creo que no debí decir nada.
—No te suenas culpable Tani —dijo el hombre.
—Si me siento culpable, pero llevé a mi tía al hospital ella es más importante —propongo para mostrar preocupación a la vez para dejar de hablar.
—Sí, y si ves a Mia, dile que regrese, que queremos hablar