No quiero hablar con esa maldita rubia falsa, zorra despreciable, pero al oír que es algo de mi madre y debido al terrible sueño que tuve, me convence.
—En un momento regreso —le digo a la madre de Adriano.
—Está bien, aquí te espero, querida —me responde la mujer con una voz muy amable.
Me traslado hasta llegar a la sala donde veo el teléfono encima de la mesa, me acerco hasta tomarlo en mi mano y colocarlo en mi oído. Espero un momento antes de hablar y cuando estoy lista empiezo…
—Espero que sea verdad y no sea una de tus artimañas —omito toda formalidad con ella.
—Buenos días, prima, que espero que estés bien. ¿Y ya se te olvidaron los buenos modales, o qué? —protestó con una voz que para mí suena tan falsa.
—Ya, Tania, deja el cinismo y habla de una vez —la regaño porque odio sus juegos.
—Que carácter la que debería de estar molesta soy yo despues de tu pésimo comportamiento.
—Tania es tu última oportunidad antes de que finalice la llamada —le advierto.
—Uh que